miércoles, 3 de diciembre de 2008

38.5

Resulta que esta semana me pasó lo que hace muuuchas semanas no me pasaba... es más... creo que hace años no me pasaba: me dio fiebre. La última vez que me enfermé (lo recuerdo perfectamente) fue hace 10 meses, que para variar andaba de viaje con mis amigas y sólo fue gripa, mocos, flemas, anginas inflamadas y no se complicó más porque mi vida ya era lo suficientemente complicada en ese momento, (los que me conocen sabrán a qué me refiero).

Pero esta vez, valió. De la nada empecé a sentir el cuerpo cortado, frío inesperado y ese dolorcito en la cabeza que se ríe de ti y te dice: sí, te va a dar fiebre. Y a pesar de que me dejaron huir pronto de la agencia, el trayecto en el metro hacia mi casa fue HORRIBLE. Cambios de temperatura, gente empujándome, yo parada, embarrada en el tubo como si fuera un chicle aguado, mis ojos lagrimando involuntariamente, escalofríos...

Y después del regreso a mi casa más largo de mi vida, me tomé la temperatura. 38.5 marcó el termómetro. ¡Noooooooo! ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora y no cuando estaba en el cochino servicio social? ¿Por qué ahora que estoy en la agencia, que tengo que entregar mis dos primeros capítulos de la tesis, que me voy a ir de viaje de graduación, que vienen las posadas y Navidad?**

Bueno, ya, está bien, exagero mucho. Pero es que eso de soñar puras idioteces cuando estás medio dormida, temblar toda la noche, sentir naúseas, mareos (aclaro, por la fiebre eh), y tomarte la temperatura a las 3 de la mañana y saber que no te ha bajado nada... me hace sentir con derecho de exagerar mis quejas hacia el idiota virus que invadió mi organismo.

En fin, esta entrada hubiera sido más divertida si les contara todo lo que pasó el viernes en mi último día oficial de clases como estudiante de la universidad... pero quemaría a mucha gente, así que mejor me lo reservo y me despido, deseándoles que los virus mutantes no ataquen sus organismos.


** Se me olvidó mencionar: un libreto por aprender.... ahhhhh!!!

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